INTRODUCCIÓN A FAIR PLAY (Antonio Rojano)


fair play: (n) juego justo, juego limpio...

Fútbol. O una cicatriz con forma de balón de fútbol. El opio del pueblo, citando perversamente a Marx. Arte, para algunos, y un sobrevalorado juego de niños, para otros. Un lugar cercano, común, lleno de tópicos y, al mismo tiempo, un caos extraño e incomprensible propio de otra galaxia. Fair play se aproxima al mito: una obra de teatro sobre el “deporte rey” –o eso dicen- que habla del ser humano. En los últimos tiempos, descubrimos que no es un juego tan sencillo como lo describen. El hombre está inmerso en él, es su protagonista, y por él caminan también las pasiones humanas. Amor, venganza, engaños y conspiraciones, vencedores y vencidos, escándalos, abusos... incluso muertes. ¿Estoy hablando de fútbol o quizás estoy imaginando una tragedia isabelina? No lo sé. Y mientras encuentro una respuesta, nace la necesidad personal de escribir esta obra.
Fair play se originó durante un encuentro de dramaturgos emergentes –ingleses y españoles- en las instalaciones del Royal Court Theatre de Londres durante el invierno de 2007. Allí nos plantearon escribir un texto acerca del poder y de su uso –o su mal uso-. Así nació Fair play, un breve texto que pasó directamente al cajón de mi escritorio. Quizás a mejor vida. Pero la idea no murió y fue creciendo lentamente durante todo este tiempo.
Apoyándose en la realidad, se fueron añadiendo otras piezas del puzzle. Sólo hay que observar durante cinco minutos al día la prensa deportiva –y, sí, también la prensa denominada seria- y comprobar que algo extraño está sucediendo con el fútbol: casos de corrupción, compra de partidos, nacionalismos, muertes fulminantes, fichajes multimillonarios, abuso de menores, etc. Algo está sucediendo con el fútbol... ¿Y no sería igual decir que algo está sucediendo con el hombre? Tal vez hay alguna relación si seguimos al pié las palabras de Camus: “aprendí del fútbol, lo que sé del hombre.”
Y sigo preguntándome, ¿por qué no se escriben obras de profundidad sobre este fenómeno social? ¿Acaso nos parece algo banal? ¿Acaso de las cosas sin importancia de nuestro mundo, el fútbol no es la más importante? Para algunos, cierto es que no, pero a veces pienso en aquello que escribió J.B. Priestley: “Decir que estos hombres pagaron para ver a veintidós mercenarios dar una patada a un balón, es como decir que simplemente un violín es madera y cuerda, o que Hamlet es papel y tinta.” Volvemos al teatro isabelino... y con razón.

2 comentarios:

  1. Creo que el tema es muy interesante siempre que se trate desde una óptica que le saque jugo, y Antonio, creo que has dado en el blanco. Espero ir sabiendo más de este proyecto, no se si hay intención de llevarlo a los escenarios pronto.

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  2. Bueno, por ahora se desarrolla en un taller de escritura y, más allá de una muestra, ni siquiera está el texto completo. Tal vez en un futuro, si el fruto finalmente tiene interés, pueda llegar a ser algo.´Aún es demasiado pronto, pero trataré de sacarle todo lo que pueda. Saludos!
    Antonio

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