TODO O NADA (Laura Rubio)

Este proyecto surge como un conglomerado de múltiples necesidades dramatúrgicas.

1.Exploración del mundo de la enfermedad-salud mental desde el individuo y no desde las patologías.
Obviando esa creencia de que todos, en algún momento de nuestra vida, pasaremos por una enfermedad psiquiátrica y aceptando que el mundo está loco, mis locos habitan una Residencia donde nada es lo que parece y no es y es de forma simultánea.
2.Revisión de la Alicia de Lewis Carroll, algo que por lo visto, se ha puesto de moda, a tenor del inminente estreno de Tim Burton, varias reediciones del texto original y la última novela de Murakami. Alicia, otra “niña perdida” de nuestro imaginario, desea salir de sí misma para entrar-salir en el jardín del tiempo.
3.La paradoja en el lenguaje, en el espacio y en las relaciones.

Con estos parámetros, abríamos las sesiones con Laila. Temía no tenerlo tan claro; los autores sabemos más de lo que nos reconocemos, pero a veces necesitamos de unos oídos expertos que compartan nuestro caos. Desde el principio, la prioridad fue ir desentrañando el qué contar. Gracias al buen hacer de mis compañeros (locos todos con sus proyectos) me reafirmé en las tres líneas antes citadas, hundiendo lo accesorio.

BALANCE: varias escenas a ambos “lados del espejo” y una leve jaqueca por la firmeza del material.

Comenzaban los ensayos. Temía enloquecer a mi equipo inútilmente porque manejábamos dos líneas de acción, varios personajes por actor y una serie de particularidades que debían ir descubriendo en escena.
Por suerte, tengo a Óscar Miranda como director. Él sabe e intuye en qué farragosas aguas me he sumergido o al menos, disimula lo bastante bien para que no sufra un brote psicótico cada vez que alguien me plantea una duda.
Mi director me centra y me ayuda a tomar contacto con la realidad de escena. Paradójicamente, su objetivo era descolocarme con lo que se suponía atado. A veces, hay que “entusiasmarse” para poder aterrizar.
En una primera reunión, elaboramos una lista de temas en los que profundizar:
 Inocencia - pérdida de la inocencia.
 Decepción - ilusión en las relaciones humanas.
 Lealtad - deslealtad.
Revisaríamos lo escrito bajo la dicotomía: realidad- ficción.
También, seleccionamos algunas escenas para trabajarlas durante las sesiones. Escogimos una de la línea “Residencia”, dos de la línea “Alicia” y una última doble o bisagra de ambas.

El director les propuso trabajar sus personajes con un fuerte componente real e ir ahondando en la locura implícita de cada uno, fueran “locos o cuerdos”.
Me interesaba bastante explorar con el cuerpo del actor como un objeto, molestia y recipiente de enfermedad. El cuerpo del loco (locos todos los personajes y cada loco con su tema) encontraría su voz más allá de mis palabras. Lo más sencillo hubiera sido aplicarles una serie de síntomas externos extraídos del DSM IV. Pero con estos locos nada es fácil, de ahí su enorme interés. Ellos debían hallarse en conflicto con el otro durante las improvisaciones.
Buscaron su propia partitura de movimientos con y sin objeto, se pusieron en confluencia unos con otros y fueron, sin acaso ellos saberlo, convirtiéndose en: ALICIA, CHARLIE, CLARA, MARYLIN, ARTAUD, GÓMEZ, GESTOR, PADRE, MADRE, PALOMA... y eran distintos pero tan parecidos...
Con especial fascinación, presencié uno de los primeros ejercicios propuestos. Cada actor debía construir una imagen para su personaje siguiendo unas guías muy concretas: miedo, amor-odio, fantasía, deseo y enfermedad. Porque es cierto que todos tenemos miedo, todos amamos-odiamos, todos tenemos fantasías, deseos y enfermedades no del todo reconocidas. Incluso en el teatro o especialmente, en el teatro.
Probamos las escenas desde distintos puntos de vista en cuanto a ritmo, tiempos, espacio, peso, géneros, palabra-silencio. Haciendo y deshaciendo, construyendo y de-construyendo. Porque de eso se trataba, de volverme loca.
Ahora, días después del primer último ensayo, recojo las piezas del puzzle, las imágenes, las canciones y la energía. No me caben en los bolsillos ni en la cabeza.

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